sábado, 13 de enero de 2018

CAMINO A NOSOTROS.

Los árboles han envuelto sus ramas en tules de gas, camino mirando al final de la espesa cortina, preguntándome qué habrá tras la niebla que desdibuja al bosque. Tal vez duendes de otras épocas olvidadas por el Hombre, arropados por el sueño de los siglos a la espera de que algún mortal que crea en ellos los despierte. 
Sobre el camino sólo mi respiración y mis pasos, soledad maravillosa que me reconcilia con lo que somos. ¿Y qué somos? Somos caminantes en busca de destinos, de respuestas, de sabiduría, de belleza, de sueños. Somos caminantes hacia nosotros mismos, nuestra meta es la vida, pero hay quien no lo sabe. Es un camino de almas buscando despojarse de sus vestiduras, no las necesitan para llegar a su recompensa. Una capa, dos capas, tres capas..., hay que sacarse las capas y llegar con las manos desnudas, dispuestas a abarcar todo lo que la vida ofrece que no es más que AMOR. 
Me detengo, los árboles crujen, el viento que viene salpicado de agua se enreda en mi pelo y me cuenta historias de dioses que duermen en su Olimpo, olvidados ya por quienes en nada creen. Despertarán, lo sé. Continuo con el corazón abrigado de pensamientos, busco retrospectiva de mi vida y la encuentro aquí, entre la bruma que me envuelve a cada paso. Es curioso, quiero avanzar pero miro atrás, ¿es lógico? Es humano, me digo. Humano, almas, corazón...., todo es lo mismo, al final del trayecto la carne se sublimará buscando lo divino y entonces conoceremos de verdad quienes somos y por qué.
Camino, comprensión y vida, es todo cuanto hay ante mis ojos en esta mañana de perlas grises colgando del cielo.


La foto es gentileza de mi amigo Manolo Rubio, las letras son mías pero bien pudieran ser sus pensamientos enredados en esos preciosos paisajes que visita y vive.


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

martes, 9 de enero de 2018

Capa de armiño para Casa Encantada.

Se ha apagado el cielo, bajo el plomo de las nubes la nieve se extiende llegando hasta los pies de Casa Encantada. Como la reina es coqueta, se ha cubierto los hombros con algunos copos y simula capa de armiño sobre los huesos desnudos. La vejez de sus ladrillos no le ha traspasado el alma y por eso juega con lo que el tiempo le ofrece: nieve, agua, siembras de verdes lujuriosos, flashes de curiosos, miradas conocidas... Quien sabe cuánto futuro le espera.
Hoy, ha cogido el silencio por los picos y lo ha depositado en el aire, se ha aislado de los pájaros y las voces para disfrutar de un frío que le ha regalado manto de reina. No tirita, el viento le trae perlas que prende a sus ventanas, esperando unas manos que vuelvan a cerrar sus postigos. 
Me alejo, la dejo soñar mientras el agua comienza a caer y la desposee de unas joyas tan efímeras como sus deseos. Sonrío y me doy cuenta de que nada podemos llevarnos de aquí que no sea el amor, es la única moneda que acepta el barquero de la eternidad.
Buenas tardes Casa Encantada, mis letras serán tu esqueleto, el que soporte los inviernos y los olvidos cuando por fin decidas volver a la tierra que te alumbró.
Pepa Gómez.

Foto de mi amigo Manolo Rubio.


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805